Recuerdo mis primeros días en Taipei como una lluvia constante de nuevas impresiones, y todavía casi cinco meses después de llegar a Taiwán, desde mi ciudad natal Barcelona (España), esta ciudad no deja de sorprenderme. No cabe duda que el cambio de continente implica el encuentro con una cultura completamente distinta a la mía. La cultura taiwanesa está llena de historia, de tradiciones y creencias que se reflejan en su gente, sus ciudades y sus paisajes. Cada día que pasa aprendo un poco más de esta pequeña isla repleta de sorpresas.
Taipei me impresionó por la gran cantidad de edificios, gente, coches y sobre todo motos que hay por todas partes. Comparada con otras ciudades, podría decirse que Taipei es pequeña pero concentrada. De las grandes avenidas transitadas por miles de coches y transeúntes, puedes girar una esquina y perderte entre las callejuelas secundarias, que parecen silenciosas e incluso a veces inhabitadas. Y de repente, un estallido de color. Un pequeño templo budista que destaca por sus rojos, verdes, amarillos y demás, y por sus siluetas curvilíneas que nada tienen que ver con el conjunto de edificios que le rodean. Es también desde ahí que se desprende un particular olor a incienso que guía hasta estos particulares santuarios. Los templos más populares de Taipei son el de Longhshan y el de Xingtian, pero en cualquier barrio se pueden encontrar templos de todo tipo.
También es característico la gran cantidad de restaurantes o sitios para comer que hay en cualquier rincón. La comida y las celebraciones alrededor de una mesa son esenciales en el día a día de los taiwaneses y un elemento muy importante de su cultura. Vayas donde vayas podrás encontrar alguna cosa para comer en la calle, gran variedad de tenderetes inundan las calles en las que se mezclan olores y sabores distintos. Del mismo modo, son una gran atracción turística, pero también muy frecuentados por la gente local, los "Mercados de Noche". Entre todos forman menos de una decena de centros comerciales al aire libre que, cuando cae el sol, se empiezan a llenar de gente. El paseo consiste en una mezcla de visita culinaria y una sesión de compras entre la gran cantidad de tiendas y puestos de ropa situados en las aceras. El más grande, "Shilin Night Market", se encuentra al noroeste de la ciudad, donde no importa que sea fin de semana o día laboral para que esté repleto de curiosos.
Si se quiere evadir un poco del bullicio de la ciudad, es fácil llegar en transporte público al río Danshui que bordea la capital por la riba oeste. Hay numerosas áreas verdes donde se puede disfrutar de un paseo andando o en bicicleta, e incluso practicar algún deporte como el básquet o el béisbol, muy popular entre los taiwaneses. También dispersados por la ciudad hay parques, pequeñas islas verdes donde uno puede tomar un descanso bajo la sombra de un árbol. Estos parques también son muy concurridos para, muy temprano en la mañana, practicar el taichí o ejercicios de meditación, y deporte a cualquier hora del día. Además, es posible hacer excursiones para contemplar la naturaleza o tener vistas fantásticas desde la montaña Yangminshan, que bordea la ciudad como en un abrazo.
Entre las vistas espectaculares de esta metrópoli destaca el Taipei 101. No sólo por su altura sino por su imponente aspecto de torre colosal que realmente destaca desde cualquier punto. En este caso, no se trata de un simple rascacielos que conforma parte de la ciudad financiera y comercial, sino que gracias al simbolismo que se le ha otorgado (el de una caña de bambú) se ha convertido en una obra de arte arquitectónica y símbolo indiscutible de Taipei.
Y para relajarse después de una larga jornada turística o laboral, nada mejor que un buen masaje en los pies o un baño relajante en algunos de los "Hot Springs" cercanos a la ciudad como Beitou o Wulai. La cultura taiwanesa dedica un gran cuidado al cuerpo y quizá por esto hay numerosos establecimientos donde hacen masajes basándose en la medicina china.
Para terminar, una buena comida a escoger entre la gran variedad de platos asiáticos, de distintos presupuestos y, si se es lo suficientemente valiente, probar la especialidad de Taiwán, el "tofu maloliente".
Sin duda alguna Taipei es tan sólo una pequeña muestra de todos los tesoros que esconde esta isla, repleta de paisajes e historias completamente distintos desde los cuatro puntos cardinales. Un rincón de mundo que hace justicia a su nombre histórico de "Isla Formosa".
Anna Renau Granados
(Barcelona, España)
Última fecha de actualización:26 marzo, 2021